La eficiencia energética en la industria es una labor que cada día adquiere mayor auge, pues ha aumentado la concienciación sobre un uso responsable de los recursos y, además, el precio de la energía se ha disparado en los últimos años debido a una gran demanda.
La energía que se consume en España por los diferentes sectores y hogares se obtiene principalmente del petróleo, pues ocupa el primer puesto con un 42%, seguido del Gas Natural con un 22,1%. En el reparto productivo, las energías renovables suponen un 12,2 %. En vista de estos datos, se puede confirmar que el precio de la electricidad está íntimamente ligado al precio del petróleo y, por tanto, se verá afectado por conflictos de terceros países o malas políticas exteriores.
La tendencia de los precios del petróleo es al alza y, por ende, los de la electricidad. Ante estos datos, es donde la eficiencia energética en la industria adquiere un papel fundamental como forma de control y optimización, para poder seguir siendo competitivos dentro del mercado capitalista que busca el coste marginal cercano a cero.
Pues según el IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía), la industria es el segundo sector que más energía consume, pues gasta el 31 % del total. En cuanto al reparto total, el transporte gasta el 39 %, los hogares el 17%, los servicios el 10% y, por último, la agricultura el 3 %.
Antes de comenzar cualquier estudio de eficiencia energética, es importante localizar los elementos que más consumen dentro de una empresa. Lo mejor es hacer un listado de mayor a menor consumo para, una vez terminado, ver la forma de optimizarlos. A rasgos generales, los consumos se pueden dividir en térmicos o eléctricos y engloban los siguientes procesos:
El gestor energético es una figura que ha aparecido recientemente en casi todas las organizaciones. Lejos de ser una moda, es un puesto de gran responsabilidad que permitirá a la empresa optimizar sus procesos para lograr un coste marginal de producción más pequeño. Es decir, una mala eficiencia de la energía redunda negativamente en cada producto nuevo que produce una industria y, por tanto, la vuelve menos competitiva.
Para hacerse una idea, el precio de la electricidad ha sufrido una subida del 77,39 % en la primera década del 2000, por lo que la figura del gestor energético resulta de gran relevancia en la actualidad pues, la industria europea es menos competitiva que la estadunidense (el precio de la energía es casi la mitad) y el coste de la energía influye directamente sobre el precio de los productos.
En definitiva, para ser más competitivos la industria se ve obligada a disminuir el consumo de energía y, también, mejorar los contratos con las eléctricas. En estos procesos, el gestor energético es la pieza clave.
Todo ahorro debe empezar por localizar las fugas de recursos que tiene la empresa u organización. Un punto de partida sería una auditoría inicial, que diera una visión global de que procesos requieren de mayor gasto y, también, cuando se produce ese gasto.
Además, ya no suficiente una factura con el consumo mensual, pues ahora la clave del éxito reside en dividir ese gasto lo máximo posible (divide y vencerás) para poder detectar procesos que no están bien optimizados. Para lograr una división del gasto, será necesario la instalación fija o temporal de contadores eléctricos que permitan el control en tiempo real.
La iluminación supone un 15% del gasto de consumo eléctrico. Es un porcentaje alto que permite ser optimizado fácilmente. Las mejores formas son las siguientes:
Este tipo de medidas engloba, entre otras, el uso de energías renovables dentro de la propia instalación para lograr una mayor independencia energética. Este tipo de medidas implican una mayor inversión inicial y un periodo de amortización de unos 6-8 años, pero una vez amortizadas, supondrán un gran ahorro en la producción y una mayor eficiencia energética.
Para procesos industriales alimentarios, agrícolas y ganaderos la mejor solución es una planta de biogás que permita obtener energía del biogás a través de los residuos orgánicos generados. En cambio, para otro tipo de industrias donde no sea posible, se puede apostar por la eólica o la solar.
Se debe tener en cuenta que el PER (periodo para rentabilizar una empresa) es de unos 14 años y, por ejemplo, una planta de biogás se rentabiliza en unos 8 años. En vista de estos datos, las energías renovables son una buena opción para aumentar los ingresos y la eficiencia energética. No obstante, cada caso requiere de un estudio individual donde, entre otras cosas, se asesora al cliente sobre el tiempo aproximado en que rentabilizará su inversión.
Via Biogas